CRÓNICA: Crusing in Collserola




Ayer viernes la predicción en Catalonia era de nuves generalizadas y de lluvias no hablaron demasiado pq cuatro gotas iban a caer. Llamé a mi gurú del mtb Albert G sobre las 10 para decirle que iba a salir para su casa como habíamos quedado para ir en bici. Aquí en Barcelona habían caido unas gotitas durante cinco minutos y la temperatura se había suavizado bastante por la humedad alta. La respuesta de Albert fué que estaba limpiando la casa y haciendo que miraba la predicción en el momento que hablábamos me dijo que Martorell se iba a innundar y que hacía demasiado frío para mí. Puto Maricón! 

Mientras preparaba la ropa para salir en bici, rellenaba el camel bag y hacía una revisión total a mi bici con mis herramientas Pedro's y comía unos pistachos y unas nueces californianas decidí volver a llamar al maricón rilao de Albert G. Lo primero que me dijo fué que qué horario hacía la semana que viene para mantenerse en su marikonismo de no salir porque estaba un poco nublado. Le pregunté que si no tenía chubasquero por si llovía y ya ni recuerdo la excusa trolera que me contestó. Mi referente actual en el mundo del mtb había caido envuelto con el peso de sus propias cadenas de mentiras pedorreras. Estaba tonto como el día.

        
Como no tenía clara la ruta desde mi casa a Collserola sin comerme todos los humos de la podrida ciudad y quería empezar ya! Decidí ir en coche hasta el principio de la Carretera de les Aigües por Sant Just. Y recordé entonces que con esta misma logística organizativa empezó la primera salida del futuro Mbc.

Nada más empezar a pedalear, después de haberle puesto la rueda delantera a la bici (acordaos de este punto importante) pregunté a un abuelo con gayata que bajaba una cuesta en zapatillas, por donde tenía que tomar el caminito para ir hacia la Font del Ferro pero al oír sus balbuceos dubitativos decidí desearle un buen paso al otro mundo y seguir por la trialera serpenteante que empezaba a meterse en el bosque y descendía girando hacia derechas e izquierdas presentándome un suelo lleno de raíces y piedras postradas. La Font de Ferro es una plataforma de madera a modo de mirador de la nada con un cañico de agua. El camino continua y los giros se suceden a veces demasiado cerca de árboles torcidos que rozan el casco al mínimo descuido. La cosa se va complicando y llego a un cruce con dos opciones. La primera que baja y desciende hasta las profundidades y la segunda que asciende dificultosamente y que tomo para rodear más las montañas y dirigirme hacia las que tengo justo enfrente. 

Cuando acabo las ascensión encuentro a tres chavales que me preguntan sobre un punto muy concreto donde no hay nada en un mapa y de una risotada los envío a pastar indicándoles que ya están muy cerca y que si se lo explico no aprenderán nunca.

El sendero estrecho continua y va subiendo y bajando rompiendo las piernas. Necesitaría una tija pija para ir adaptando la posición y tmb un año más de entrenamiento intenso.

         
Continuo por el sendero estrecho reforzado con troncos para que el suelo no se escurra hacia el barranco de maleza. Tres o cuatro peraltes enlazados me recuerdan a Sonic y si quieres pasarlos hay que hacerlo rápido y cogiendo todos los anillos. Me faltó hacer unas fotos pero la emoción del momento me obligó a seguir. La ruta se dirige hacia la carretera de Bcn-Molins de Rei en su punto más alto y ahí desemboco. Diez curvas de carretera más adelante empieza la bajada estrella de la salida. Una cadena al pie de la carretera hace pensar que empieza un camino ancho pero al asomarse descubres que es una bajada para cabras el triple de larga en su primer trozo que la parte de atrás del Matamachos. Menudo chute de adrenalina y de piedras y zanjas pa matarse! No apta para gallinetis montainbikis.

Sigo hacia una torre eléctrica que despunta como si fuera un balcón puesto con mal gusto en el vértice de la montaña. Hacia la lejanía un amasijo de hierros forman una cementera monstruosa. El cielo tapado de nubes y el camino se embala de nuevo hasta lo más profundo, rápido, en línea recta, un giro y otra gran línea recta, un tronco caido y hundido, lo sierro con el plato grande, giros, zarzas, me resbalo y se me sale el pie del pedal, piedracas pa matarme, me aferro fuerte al manillar y la bici se encarga de lo demás.

Ahora toca volver, deshacer el camino y subir un buen trozo de pista ancha. Encuentro una trialera que sube paralela hacia la dirección que he de tomar o eso croe yo. Tomo ese camino imposible que he de hacer a pie en algunos trozos y me topo con un chaval que corre. En su mirada veo asombro, un ciclista por aquí? Si noi llevo bici y no voy a dar marcha atrás, voy hacia adelante. Cuidado Javier! grita girándose. Al instante aparece otro chaval con una florecilla en la oreja y se rie. Seguramente pensando en los quince minutos que me quedan de subida y pinchazos con los arbustos.

         
Deshago el principio. Donde estará mi carro? Estiro. Acuarius. Una salida con recorrido épico. Seguro que os gustará hacerlo otro día.


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